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viernes, 28 de junio de 2013

PRÓSTATA EN LA RODILLA CON FORMA DE BARCO


(Anexo al libro)



            Cuando crees que ya lo has visto y escuchado todo, te puedes sorprender y ser testigo de un momento sublime. Insuperable.

            Mañana la veré en la consulta, doctora. Tengo dolor en la ingle, me dijo un paciente en la calle. Me operaron de las rodillas y que no sea que se haya movido algo. Mañana me lo explica, le respondí. Sonreí y seguí con mi tarea del día: avisos domiciliarios.

            Fiel a su cita, a las nueve de la mañana, el señor y su dolor  inguinal esperaban en la salita.

            —¿Se acuerda de mi dolor?
            Tuve que hacer memoria, la verdad, pero en seguida me vino a la mente aquel dolor inguinal.
            —Dolor en la ingle, sí.
            —Y en las rodillas.
            —El problema puede venir de la cadera y se refleja en la rodilla.
            Me disponía a levantarme de la silla para explorarlo, cuando escuché unas frases que me obligaron a sentarme de nuevo. Y meditar…
            —Me pusieron una próstata en la rodilla con forma de barco.
            —¿Una próstata en la rodilla?, ¿con forma de barco? —repetí como un loro tonto.
            —Y de un barco famoso. Muy importante. Ahora no me acuerdo del nombre.
            
              Imaginé al señor del dolor inguinal, tumbado en la camilla de una gran mansión. Imágenes en blanco y negro. Los relámpagos caían sobre el tejado y una especie de doctor Franskenstein ensayaba con él. Próstatas metálicas, fabricadas con deshechos de barco y utilizadas como prótesis de nueva generación.
            


           —El Titánic. El Titánic —gritó orgulloso de su memoria prodigiosa—. Me pusieron una próstata de Titanic.

            Próstata, rodilla, Titánic… Deduje con lentitud, pero acercándome a la solución, no del problema, pero sí de los antecedentes del paciente.



            —Le pusieron una prótesis de titanio en la rodilla.
            —Eso es lo que le he dicho. Está lenta de reflejos hoy, doctora.
            —Pues sí, ha acertado con su diagnóstico.

            Y el hombre salió de la consulta con la petición de una radiografía de caderas. Pensé en una próstata de titanio insertada entre su cabeza femoral y el coxal. Mientras no se hipertrofiara, todo iría bien.





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