Autor: Jun’ichi
Watanabe
Traducción (inglés/
español) : Beatriz Iglesias Lamas
Editorial: Seix
Barral / Booket ( 2009/ 2010)
IBSN:
978-84-322-3191-9 / 978-84-322-5083-5
400 páginas
Biografía
novelada sobre el personaje de Ginko Ogino, la primera mujer médico en el Japón
del siglo XIX. Tras años de lucha y marginación, sufrir amenazas, insultos y
humillación física, Ginko consigue su sueño y con él abre el camino para otras
mujeres que tampoco se resignan a aceptar la única opción que les impone su
familia y la sociedad por el simple hecho de no haber nacido hombre: casarse y
servir a su esposo.
El
autor, Jun’ichi Watanabe nació en Hokkaido. Se graduó en medicina y tras
ejercer como cirujano, renunció a su carrera para dedicarse a la escritura. Es
autor de más de cincuenta novelas y de numerosos ensayos científicos, ha ganado
numerosos premios (Naoki, yoshikawa…) y muchos de sus libros se han llevado al
cine.
Con
esta obra, no tan solo nos muestra la lucha de una mujer para poder estudiar y
tener una profesión, hecho que hoy en día nos puede parece obvio, pero gracias
a ella y a otras muchas mujeres, más que a las leyes, se ha cambiado el
pensamiento de la sociedad, Jun’ichi también nos acompaña por el Japón de los
primeros años de la Restauración Meiji, época de grandes cambios sociales, pero
como suele pasar, veremos que las ideas en el papel deben luchar contra los burócratas
y sobre todo contra los prejuicios instalados en las mentes y costumbres de las
personas. Hay un gran abismo entre la teoría y la realidad, abismo que Ginko
quiere y consigue vencer.
Es
una bella y a la vez una muy dura historia, que mantiene el equilibrio y no cae
en ningún momento en el encarnizamiento ni en el victimismo fácil. Siendo una biografía
novelada es muy creíble en sus detalles, ya que el autor se ha documentado en
fuentes cercanas al personaje, como la Asociación Médica de Mujeres en Japón,
creada por Ginko, e incluso ha recurrido a su hija adoptiva, personaje que
conoceremos en la narración.
Aficionada
a la literatura oriental, he echado a faltar en el texto ese toque nipón de
ambigüedad y de ensoñación que, supongo, no existe en la obra porque (a pesar
de ser muy buena) no es una traducción directa, si no que se basa en el texto
inglés. Con tanta interpretación, siempre se diluye la esencia del escritor, y
los seguidores de la literatura japonesa hemos salido perdiendo. Desde este
escrito animo a que en nuevas ediciones se contemple una traducción directa o
nos veremos obligados a estudiar japonés para ir a la fuente.
Ginko
Ogino nació en 1851 en la provincia de Mushasi, a las orillas del rio Tone. Era
la hija menor de una familia trabajadora, pero acomodada, y a los dieciséis
años se concierta su matrimonio tal y como era costumbre. Su marido le
transmite una enfermedad venérea entonces incurable y ella pide el divorcio
antes de regresar a casa. Este hecho es considerado una rebeldía y, sumado a su
afición por la lectura, la tachan de trastornada. Su enfermedad la obliga a ser
explorada por médicos y vive este hecho con tanta humillación que decide estudiar
medicina para que otras mujeres no pasen por el mismo trance. Por su “osadía” la
desheredan y, a pesar de todos y de todo, se marcha a Tokio para alcanzar su
meta, aún sabiendo que ser médico estaba prohibido si eras mujer.
Tras
muchas batallas espirituales y físicas, en 1885 consigue ser la primera mujer
con título oficial de médico en Japón.
Abre
el hospital Ogino en Yushima donde ejerce su profesión y ayuda a otras mujeres
médico. En este periodo se nos muestra a una Ginko exigente, intransigente sobre
todo con las mujeres, a las que exige la perfección. No ha olvidado los
sinsabores que ha sufrido por culpa de una sociedad machista que tanto dolor le
ha provocado; y con crudeza, protege a sus alumnas y trabajadoras.
Me
ha llamado la atención una observación de Ogino que causa un giro en su vida.
Observación que tras casi dos siglos es muy presente en la sociedad actual.
Ginko se da cuenta que por muy bien que practique la medicina, su esfuerzo es
insuficiente. Si la sociedad y las leyes no cambian, las personas siguen
muriendo porque no acceden a los medicamentos y porque los prejuicios estancan
sus vidas.
“Hay
muchos casos en los que más valdría mejorar el entorno del paciente antes que
prescribirle un medicamento. Sería mucho más rápido y eficaz.
“Cuestiones
como la pobreza, los sistemas sociales y las costumbres urgen mucho más que
hacer progresos en materia de asistencia médica.”
Ella
optará por la religión, por la lucha contra la prostitución, y por ello se
embarca en un nuevo sueño con su segunda pareja: crear un Paraíso Terrenal en
tierras lejanas.
Ha
transcurrido un siglo y medio desde esta historia, y las mujeres siguen
muriendo a manos de sus parejas. Se puede estudiar, conseguir títulos, pero los
cargos importantes suelen ser destinados para los hombres. Si una mujer se
dedica a una profesión y tiene una familia, debe compaginar ambos mundos y se
le exige perfección. Mantener el equilibrio no es fácil, ya que ni políticos ni empresarios han entendido el
significado de la conciliación familiar.
Ginko
nos abrió un camino, pero seguimos en él.
Griselda Martín Carpena
6-4-2015